La sucralosa, que todos —personas de todas las edades y de todas las clases sociales— consumimos, incluso sin saberlo, es un edulcorante artificial que causa alteraciones parecidas a las que se producen antes de la diabetes tipo 2.

Es recomendada para los pacientes con diabetes, ya que mantiene el sabor dulce sin incrementar calorías ni picos glucémicos. Pero, paradójicamente, el consumo frecuente de sucralosa en personas sanas puede incrementar los niveles de glucosa e insulina en la sangre.

En un estudio clínico sobre el consumo frecuente de sucralosa en humanos, el doctor Galileo Escobedo, investigador de la Unidad de Medicina Experimental UNAM – Hospital General de México y tutor en diversos posgrados de esta casa de estudios, encontró estos y otros efectos nocivos en la microbiota intestinal.

La microbiota intestinal, que podría ser considerada un órgano adicional que pesa alrededor de dos kilogramos en un adulto de 70 kilos, es el conjunto de miles de bacterias de distintas especies que viven en nuestro intestino y contribuyen “a nuestra salud o a nuestra enfermedad”.

El ensayo clínico fue realizado en dos grupos de hombres y mujeres. Durante 10 semanas, a uno se le dio diario 48 miligramos de sucralosa en el agua y al otro, el grupo control, un placebo ( sólo agua).

Lo dosis de sucralosa administrada “equivale a un jugo de medio litro o a cuatro galletas”, cantidad que representa un consumo promedio, moderado, aunque hay personas que cotidianamente consumen mucho más de este edulcorante.

Al inicio y al final de la exposición a la sucralosa, Escobedo y colaboradores hicieron mediciones de los niveles de glucosa, de insulina y de leptina, así como una secuenciación y el procedimiento PCR para saber cuál era el perfil de la microbiota en respuesta a la ingesta del edulcorante.

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