Uno de los murales más conocidos del campus central de Ciudad Universitaria se encuentra en la fachada poniente de la Facultad de Medicina, espacio en el que Francisco Eppens Helguera colocó una de las piezas que él mismo consideraba más importantes de su carrera: La vida, la muerte, el mestizaje y los cuatro elementos.

“Yo también consideraría el mural de la Facultad de Medicina el trabajo más importante de Francisco Eppens”, consideró Mireida Velázquez Torres –directora del Museo Nacional de San Carlos– y agregó: “no nada más sus dimensiones nos hacen pensar en este magno proyecto, sino además el lugar en que está situado, que tú lo puedas observar a muchísimos metros de distancia, en uno de los edificios más importantes del campus central. El tiro visual te permite compararlo o ponerlo en diálogo con la arquitectura moderna del campus, eso para mí es un honor que le confirieron a Francisco Eppens poder llevar a cabo”.

Es un punto en el que coincide Julieta Ortiz Gaitán, investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas, ya que la invitación a participar del plan original de Ciudad Universitaria fue un distintivo para la carrera de Eppens y una confirmación de su talento como artista:

“Si lo comparamos con los otros murales (que realizó anteriormente), fueron más intrascendentes de cierta manera. Por estar en Ciudad Universitaria y ser parte de ese proyecto tan importante –reunió a más de 50 arquitectos– en el que la integración plástica fue muy relevante. Haber hecho un mural en estas condiciones y entorno fue significativo para Eppens. Sinceramente, toda la obra mural de Ciudad Universitaria es la culminación del muralismo combativo de los años 20 del siglo pasado que avanza y llega a esto.

“Hay una valoración importante en Ciudad Universitaria de otros muralistas, o sea, se da paso a esta segunda generación. En ese momento, José Clemente Orozco ya había fallecido, pero no solamente tenemos la presencia de Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros en dos obras muy importantes en su carrera, sino que se le da el espaldarazo –por decirlo de alguna manera– y se impulsa el trabajo de otros muralistas como José Chávez Morado o el propio Eppens, por ejemplo”, subrayó Mireida Velázquez.

No obstante, estimó la anteriormente coordinadora del Programa en Estudios Curatoriales en la Maestría en Historia del Arte de la UNAM, “siempre vamos pensando en esta idea de una primera y segunda generación de muralistas. Sin embargo, Francisco Eppens empezó su carrera artística realizando murales, eso no todo mundo lo tiene muy en mente. Hizo murales desde muy temprano en los años 30. Lo distinto es que él comenzó trabajando en edificios privados, estos encargos que eran privados evidentemente no tenían la característica de poder ser vistos por un público más amplio”.

 

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