Reunirse a bordar es una forma de resistirse a la violencia y hacer memoria sobre las injusticias, aseguró Juana Alicia Ruiz, coordinadora de la Asociación de Mujeres Tejiendo Sueños y Sabores de Mampuján, Colombia, en la primera conversación del Encuentro Latinoamericano de Bordadorxs Punto de Cruce, que durante tres días reunió a representantes de colectivos de siete países en el marco de El Aleph. Festival de Arte y Ciencia.

En el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), la líder comunitaria y promotora de los derechos humanos sudamericana platicó con Cristina Bautista, madre de uno de los 43 estudiantes desaparecidos de la Normal de Ayotzinapa, quien también destacó la importancia del bordado colectivo para acompañar las movilizaciones sociales.

“Es importante empezar a bordar por el sufrimiento, hay que escucharnos para compartir nuestras palabras. Yo lo recomiendo a todos los que luchan, porque sabemos que no somos los únicos que sufrimos este tipo de injusticias”, dijo Bautista, quien contó que todos los 9 de abril, fecha del cumpleaños de su hijo Benjamín, borda una servilleta con su rostro o con motivos como flores, frutos y letras.

Mientras las activistas relataban cómo llevan a cabo su trabajo y explicaban algunas de las piezas que trajeron al encuentro, varias de las asistentes, integrantes de agrupaciones de tejedoras de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Nicaragua, El Salvador y México, tomaron bastidor, hilo y aguja para empezar el bordado de una gran obra colectiva, elaborada con el fin de celebrar esta reunión regional.

“Sentarse a bordar es una forma de poder platicar y sanar en colectivo”, comentó Juana Alicia Ruiz. “Estos tapices que cuentan lo que nos ha pasado son una forma de resiliencia y memoria. Nos ha unido el dolor, y con hechos no violentos buscamos romper y combatir la violencia. El arte es bueno porque puede hablar solito”.

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